20101130
AFFIDÁVIT, Nicolás Pinkus
Ahora que la Nasa no me necesita
La Eternidad es un Plan Quinquenal.
e. e. Cummings, No thanks.
Ahora que la Nasa no me necesita
y me pasa a disponibilidad
y los sueños recurrentes en que tocaba el cielo
para bautizar estrellas...Ahora
que los auxiliares administrativos me dan café mientras diagraman
un croquis de la indiferencia, nunca más
voy a estar tranquilo
voy a dormir con una vela al pie de la cama
a colgar del techo como cairel
esculpido astro de miga
pendiente
el cosmos
da vueltas y la vigilia y la luz
colándose, la cortina se ha roído pasa oscuridad
de una claridad insoportable lo cobarde que soy
-no atreverme a pilotear una nave- quería
traerte polvo de vida
y dormir con tu brazo en mi frente
aminorando la fiebre
donde el conteo final
recomenzaba.
II
Ahora que los titanes se vuelven, sino mansos,
dignos de trato, sujetos partícipes en ronda de negociación
con las limitaciones humanas; las fuerzas
monumentales comienzan a mostrar fatiga
en sus materiales, uno puede entonces afirmarse
y escalar hasta el punto más débil, allí
nunca matarlos -sería imposible-
nunca matarlos porque si caen sobre sí mismos se nos vienen
encima parecen invencibles
el pánico a lo desconocido
rodea
este miedo se comporta como un lazarillo
cósmico pide caricias en el lomo
de vez en cuando, si no
muestra los dientes
y los futuros posibles se desgajan
como rabia al trozar la carne
cada vez que formulamos
un deseo ante la fugaz contemplación de las estrellas.
III
Apolo, ignora al ingeniero;
antes de volver del cielo escucha este ruego
sepultado por planillas de conteo; no repares
en mi ver vencido
no es terror ni odio
menos aún incertidumbre:
es el fruto de haces
lumínicos en la sala de control; Apolo,
cómo desato un incendio
accidental, libre de pruebas; un infierno selectivo, los Mayores
hechos carbón y los niños, que vivan
para llorar la minería de sus padres; Apolo,
antes de ingresar en zona ígnea
y que el aura dorada te infinite, dime
cómo se decide cada muerte, qué determina que una tarde
el Evening Tribune publique el obituario de los jefes;
cómo se humilla al humillero, Apolo; yo firmé
los cheques que saldaban cada junta de tu fuselaje; contraté
a maestros soldadores, ¿y me iré del camino sin tu gracia? ¿sin confite?;
demuéstrame que tú también, la ira;
que una moral juzga la extinción de toda nova y de los hombres
que las estudian como poemas zodiacales
de una Gran Telepatía; Apolo,
ignora la carrera hacia el espacio
y háblanos
del vivo ardor que has conocido,
de ese mundo mejor
qué nos espera.
20101129
AGUA NEGRA, Martín Rodríguez
las primeras gotas de una lluvia
vuelven cualquier escena
delicadísima
la ventana abierta
acostados en la cama
el cuerpo el pelo se les moja
un límite líquido.
tiempo igual al tiempo
del agua en las manos.
lo desnudo
no habrá otro reino nunca.
fracción indecible del sueño
donde los cuerpos se tocan.
agua donde se tocan
y apagan o encienden
no hay piedad.
los cuerpos
buscan transparencia:
tiempo sin idioma
sólo el peso cardíaco
20101128
ALLES DING, Laura Estrin
Me hace feliz una pulsera
que cuelga sin irse del brazo,
que está,
que puede estar para siempre ahí.
Y también
los anillos que hacen los gestos de las manos
mientras se espera uno de colores.
Coralina rojo, hoy me acompaña.
***
A la mañana
ritos de iniciación.
Gris gris gris tormenta.
Casa calma quieta.
Un anillo festivo, plata y esmaltes
para todos los días.
***
¿Qué vale y qué no?
en la mano para siempre.
Color y altura de vestido,
para vestir siempre.
Como las gitanas de colores en las piernas,
iguales los moños de la cabeza, el pañuelo
y la pollera.
20101125
ANDINISTA, Bárbara Belloc
Manifiesto
Caminos, caminos y caminos. De polvo, polvo rojo, ceniciento, polvo de estrellas; de grava; de pedruscos; de tierra negra. Senderos en el pasto, en las selvas y en los bosques. Caminos descubiertos al andar sin rumbo. Rutas pavimentadas, cortadas y en construcción; carreteras y sistemas de puentes. Puentes levadizos. Túneles. Cavernas abiertas en ambas caras de la montaña como los tránsitos de un topo. Lechos de ríos corrientes y secos. A campo traviesa. En la pampa. En las cascadas. A cielo llano, rival y espejo. Al azote de una tormenta. Por el cañón, de noche. En suelo antediluviano. Entre las plantaciones de maíz y de bananos. Por los bambúes, a machetazos. Tras la huellas de los zorros en la nieve. Sobre el hielo. Sobre las hojas crujientes de oro. Cuesta arriba. En basurales y desarmaderos de autos. En la huerta que fue mía. Entre mi casa y la tuya, la suya y las de otros. De la cocina a la cama. Por las calles y sus continuaciones. En terrenos expropiados y baldíos. Hasta el puesto, la tranquera, la terminal y el aeropuerto. Hasta caer rendida de cansancio. Por la ruta del café, la ruta arqueológica, la ruta criolla y la de los fundadores y sus monumentos. Por la línea de la costa. En la pasarela sobre el estero. En el monte cerrado de espinos y cactus. En la selva altísima, con magnolias y cocos e hibiscus suspendidos en el aire para alegría de los monos. Al pie de las lianas. Arriba de las nubes. En barranca. Entre estuarios. Entre raíces. Siguiendo la manada de alces. Por el imperio del Inca, en línea recta. De isla a isla. Trazados, o a tientas, en el desierto. En playas de arena blanca, tibia y suave; de arena gruesa y fría, conchillas, parvas de caracoles. En una playa de arena negra. En mesas de piedra pómez. Entre multitudes y concentraciones. Marchando en protesta. En gruesos macizos. Pisando sal. A nado, en deltas. En busca de donde podrían desovar los salmones. Con ayuda de las manos. Sola, en pareja. Con amigos, con extraños. Sobre el vacío, por caminos colgantes de soga. Sobre lenguas heladas de lava. Al lado de las vías del tren. Antes de ir a dormir. Después del huracán, con tres secciones de árboles volteados enteros en la ruta, una mata verde y compacta hasta las rodillas, un laberinto fragante a andar con los ojos cerrados antes del amanecer. En ayunas. Comida. Por las placas de piedra donde anidan las águilas. Por los pirizales y las sabanas. Subterráneos. Arcillosos. De cornisa. Tupidos de bromelias. Contracorriente. Contra remolinos de arena. En los mares. En la bahía. Al sol que abrasa y la brisa, aire de la luna. Leche de la luna.
20101121
BOTÁNICOS, Walter Viegas
Yuyo Verde
en esta huerta crece de todo una gran familia vegetal que cuido con ahínco que riego como buen hijo de hortelano lástima el yuyito puto ese que cubre todo como maleza que ni flor ni fruto propone el yuyito del hortus todo lo invade efervescente inútil una enfermedad social en esta familia bien constituida donde los tomates explotan sanguíneos con su pulpa roja la carne tierna un vientre fértil lleno de semillas la granada para bocas ansiosas que sorben los jugos de la tierra negra la berenjena estrafalaria y reluciente dura con la piel morena y el repollo que engendra niños fantasiosos a la hora de la siesta pero este yuyo infértil que se desparrama y obliga a escarbar todo el tiempo clavar la pala meter el palo profundo hasta encontrarle la raíz que se extiende en todas direcciones invade el orden ocupándolo todo el yuyito
***
soy semilla aunque no lo parezca mi ilusión es andar libre por la tierra me dicen que igual que madreselva todo lo invado me dicen y no creo que el destierro es mi destino pero aquí estoy plantado y si me arrancan me renuevo y me busco un lugar a la sombra y después al sol de nuevo me conmuevo si puedo andar entre las plantas fotosintéticas que se desfloran voraces chupan de la tierra su alimento yo también transformo tanta mugre en algo verde pero me arrancan intentan evadirme decretarme un olvido nocturno y silencioso yo quiero chupar lo que me gusta de esta tierra todos chupan lo que les gusta de esta tierra y aunque no sea mi destino quedar aquí plantado ni de gran utilidad resulten mis servicios hay tierra en todas partes y sabré dónde ubicarme
***
como la vaca no es verde come verde del yuyo del yuyal que los otros desdeñan y aunque hay para todos en tanto suelo nacional un mar de verdura que se extiende al infinito por la pampa indómita y alimento de sobra para la composición tema la vaca y la lilada vaquita de milka y la vaca lechera de leche merengada y también la churrascosa de martillo neumático todas se alimentan del verde que se extiende porque dicen siempre hay un roto para un descosido
20101117
CAMINO DE VACAS, José Villa
Río
En el atardecer, el agua casi helada,
blanca, turbia
la corriente de brillos planos
cada vez más
rápida, los peces que no podemos atrapar
ni ver cerca de la orilla
donde nos lavamos los pies
del limo y la arena;
allí está la figura, alzo la mirada,
oscura, sobre la soledad
del agua, la estructura derruida del puente;
los últimos autos empiezan
a salir de la playa que de a poco
va tornándose más encendida y desierta,
que va envolviéndonos con sus olas blandas,
de hielo; los peces
se nos escurren en lo turbio
de la arena; empezamos a salir
a darle la espalda el río, las sombras quedan
como un gran abatimiento, los peces en el agua
petrificados en él
20101114
COMO UN ZUMBIDO, Damián Ríos
Las colillas consumidas
La verdad rebota en el patio
de un pe hache prestado:
un haz rectangular,
amarillo, encuadra plantas verdes
y tierra húmeda
en macetas oscuras, diciembre
veinticinco, tres de la tarde: ella
prepara el té, corta el zumbido de la heladera
con ruidos amables, claros: loza y loza
o el agua hervida que ahora completa
humeando una taza
y un aroma empieza a trepar en el vapor,
mezclándose,
a ver si comprendemos.
20101111
CUATRO OJOS VEN MÁS QUE DOS, Julia Sarachu
Ema G. había llamado a Justina Sauce para escribir una serie de críticas de artistas para publicar en la página web de revista Venus. Le dijo que quería un texto sobre la muestra de Simón Tamenich, que inauguraba el 4-5-03 en la galería de arte García Bustos Sutter. Justina no podía ir a la inauguración; pasaría al día siguiente a ver la obra, antes de ir en Semana Santa al campo. De regreso traería su juicio crítico. Ema G. sacó las fotos durante la inauguración; al otro día Justina fue a la galería, entró, descargó su mochila en un rincón, eran las dos o tres p.m., no había nadie, excepto la secretaria. Sola frente a la obra, invocó clarividencia y comenzó a recorrer el lugar observando. Advirtió que sería útil para emitir un juicio, anotar las diversas formas figurativas que aparecían representadas en los cuadros, por la gran variedad que aparentemente remitía a múltiples imaginarios. (Después de reflexionar durante el viaje, descubrió que se trataba de un simbolismo unívoco, de la cultura europea desde la edad media hasta el siglo veinte). Tomó algunas invitaciones de la muestra y las usó como anotador. Del otro lado, había una foto de Tamenich junto a uno de sus cuadros.
20101107
DECIMAL, Osvaldo Méndez
Toda Tentativa de Hacer una Definición Debe
Reformularse dentro de un Uso Lógico
Salen del mar, del silencio
de la sal, de los sucesos sin voz, de las redes de las
extensiones bucales de las olas,
el sol es un poliedro
en una pica de cirros y el horizonte de piritas que huye
del dúo de mamíferos enlazados
es el ateo que huye de ambos testamentos,
mientras los pies empiezan a aguijar
una soberanía recién hecha, unos garabatos
de toda índole, sí, pero adecuados al paso doble
de lo que suscriben: cuatro cincos, dedos en arena dura.
Salen del silencio como el mar
esclarecidos, atentos a cualquier connotación
sintonizada por la espina dorsal,
sus sombras respectivas
ladrándoles entre las piernas como perros ignorados
y ellos murmurándose obscenidades
que acordaron hace poco, prefiriendo verse la cara
hasta hartarse, hasta que sólo los refieran sus labios
abiertos con sangre común, que reempiezan a decir sus cosas
apropiadamente, mientras el agua dice
lo que del agua cabe esperar:
20101102
DONDE ESTÁ MI PATRIA, Pasolini
Me soñé siendo rico
Yo estaba adentro en el mar
en las vísceras
de vidrio.
Mar-madre,
yo nadaba hacia el techo
de sol.
Mi corazón era
perfume de roble
pez divino.
Yo nadaba en el linno fresco de sol.
El peso del mundo era una almohada
luminosa de perlas de agua y cantos rodados.
Cantos rodados del mar!
Peces de carne devenida oro!
Sombra luminosa de los barcos!
Mi sono sognato di essere rico
ero dentro nel mare
nelle viscere
di vetro.
Mare-Madre,
nuotavo verso il tetto
di sole.
Il mio cuore era
profumo di rovere
pesce divino.
Nuotavo nel lino fresco di sole.
Il peso del mondo era un cuscino
lucente di perle d´acqua e ghiaia.
Ghiaia del mare!
Pesci di carne divenuta oro!
Ombra lucente delle barche!
20101030
EL CIELO DE BOEDO, Daniel Durand
La claridad de esta mañana deposita un dulzor
de sospecha en los despertantes, no saben si son
los mismos de ayer, tratan de no moverse por temor a quebrarse,
las nubes flotan al sol, agrupadas en rebaño, pasan por el corredor
del sur, y otras pequeñas muy transparentes, a punto del desvarío
se imantan hacia el centro de la bóveda, y al toque se desvanecen.
La tarde enardece, el blanco dominante de las nubes torna ahora en borbotones
de gris que las carcomen y empujan hacia el oeste, para dar el espectáculo
aún incierto al final de esta hiperclaridad congelante.
El sangriento atardecer ha pasado inadvertido, pero todavía quedan,
antes de la noche, largos trazos débiles de marrón en los escenarios
montados en el sur, una sola estrella ha comenzado a vibrar pequeña
encima de la ruta de los lienzos terrosos, unos oscuros, se refunden
en un gris violaceo seco y tumultuoso, en los vuelques, donde el sur
se confunde con el oeste; otra estrella emerge aún más pálida,
comienzan a competir con las luces de las ventanas de los edificios
que tambien se encienden, sin ritmo pero musicalmente.
La calma del día continua, salvo por ráfagas de viento que cada tanto balancean
las plantas de las terrazas y hacen vibrar apenas a los árboles grandes
de la avenida. La luna, con un borde apenas refilado, brilla a medio camino
del centro del cielo, intensifica el yodo raro de una nube gruesa que se acerca,
veloz, empujada por el aire del río, ostentando un cobrizo intenso que se revuelve
dentro de sí. En el norte nada, una estrella empieza a estar, el cielo es más
húmedo y azul, un pino está por la mitad de su completa oscuridad. En el oeste
trazos marrones rojos se disgregan en granos, otras estrellas aparecen
en el centro del cielo, junto a unas nubes obesas desencajadas blanquísimas
que rien ante todos antes de partir.
Noche. bajo un techo de cielo negro, una fronda blanca cenizosa inmovil
de brumosas nubes, más abajo, por el corredor diagonal trasero, pequeñas nubes redondeadas, en fila navegan ligeras hacia el noroeste, cinchadas
por un helicóptero de prefectura. La luna ya casi llega al tope, agujereando
la fronda nubosa, como un soplete que derrite hielo.
Pasó la zozobra del cambio de luz, se ha quebrado el hechizo de quietud
que sujetó este día con finos cabellos a un misterio.
20101027
EL ESTERO, Martín Armada
El hombre del Oeste espera el llamado
en el que le preguntan sobre el viaje,
si superó los camiones precintados,
si no pensó en abandonar todo en la banquina.
Hablan del tránsito,
un verano hubo cigüeñas al costado de la ruta,
el oeste estaba inundado
y las cigüeñas miraban los autos
que brillaban en la laguna en la que estaba ahogado el trigo,
hubo cigüeñas
y hablaban de las cigüeñas
hasta decir basta.
Los llamados se repiten
a pesar del éxodo de las cigüeñas,
de la evaporación de las cigüeñas
en el engorde de los chanchos.
Hablan del chimango,
de cómo se sienta en el palo del alambrado
a oler el aire,
del Sarmiento, del diesel,
hablan de la cosecha de los otros,
del granizo que caerá sobre la espiga ajena
y la claraboya del comedor.
20101022
EL FIN COMENZARÁ POR LOS SUBURBIOS, Peter Semolic
Sofá
"decir fidelidad nos abre al fin los ojos"
Zbigniew Herbert, Sillita
Después de mucho tiempo duermo en la cama
de mi juventud.
En realidad no es una cama,
sino un sofá.
Emparchado, hundido en el medio,
con resortes que chillan largo.
Pocos yacerían sobre él sin miedo.
En cambio yo lo quiero como a un juguete roto.
Durante quince años suspiramos juntos.
Èl por mi peso,
yo por el aumento de la temperatura,
las malas notas, un amor desgraciado.
Él fue mi caballo alado,
mi Argo, mi isla solitaria.
En todo momento un compañero excelente.
Después dejé mi hogar, a mis padres
y mi juventud.
Llegaron otras camas,
camas de una noche en hoteles baratos,
camas con olor a leche de los cuartos de las chicas,
la dura litera militar.
Llegó el colchón
que llevó como un eterno viajero por el mundo.
Pero ninguno de esos lechos tiene nombre.
El nombre está reservado sólo para él.
Por eso lo llamo de noche.
Y él me responde con un quejido fiel y callado.
Que levemente encrespa la superficie de la noche.
Fuzine, 30 de julio de 1998
20101017
EL GRAN FURCIO, Miguel Angel Petrecca
De a poco están desarmando
mi auto, una cantera
de repuestos para los autos
destartalados del lugar, como cuervos
sobre una carcaza, queda
cada vez más la carrocería
hueca, el esqueleto. Ahora
hago pan y queso sobre el riel
con el tren que se acerca.
La carrocería celeste incendiada
por el sol se llena de hormigas
que encuentran miguitas de alfajor
entre los asientos. Cada tanto
un chico se sienta al volante
e imita el ruido del motor. Mi auto
abandonado en la banquina se convierte
en un mojón, una referencia
para los baquianos que orientan
a los viajeros: “pasando
un taunus celeste, doscientos
metros, doblá”.
20101012
EL IMÁN DEL POETA, Simon Gregorcic
El pastor alegre
El bastón curvado en las manos,
en la cinta del sombrero, un ramo de flores,
como rey por la alta planina
voy, detrás del rebaño de ovejas.
Porque acá en la altura soleada
solo soy mi señor,
vivo de acuerdo a mi sano juicio,
no me importa el que dirán.
No estoy en el camino de nadie,
y nadie está en mi camino;
quién puede enturbiar mi alegría pura en este lugar,
quién puede molestar mi vida tranquila?
Nunca se nubla mi frente,
nunca se oscurecen mis ojos,
y canto y grito el sapucai alegre,
para que resuene de montaña a montaña.
Que otros vayan por el mundo
en busca de fama, fortuna;
yo quiero vivir en la montaña,
acá la felicidad, acá la paz está en casa.
Voy a cantar para el rebaño manso
mis canciones dulces,
a los del valle les voy a mostrar con fuerza,
lo que llena mi corazón feliz.
No, el bastón de pastor de ovejas
no lo cambio por el cetro de rey,
y prefiero, a la corona imperial,
las flores que llevo en la cabeza!
20101007
EL LIBRO DE LAS FORMAS QUE SE HUNDEN, Mario Ortiz
Entonces digamos
que los barcos se llaman entre sí:
esa es una de las primeras leyes que respetan
al traspasar las delgadas membranillas porosas
que separan al agua del lenguaje
otros son los principios de química lingüística
que se agitan en el batido de aletas y mitocondrias
Un sentido se une a otro por sus cargas de valencia
y la palabra "barco" atrajo a otras
que entran al texto todavía mojadas
sacudiéndose la sal.
Basta exponer al aire del poema una ramita de tamarisco
para que una bandada de gaviotas se le adhiera
con un fondo de playa y graznen
Basta agitarla con levedad
para que la rama salpique plumitas en todas direcciones
y termine de formarse el mundo
donde todo es líquido
como en el principio de todas las historias
el sentido es el ritmo
éste es el primer motivo para trabajar
¿me entendés?
sí
y el ritmo llama a los grumos de significado escandido
¿entendés esto también?
sí
ahora entonces el verso en modo cantabile
20101002
EL MALDONADO, Miguel Angel Petrecca
El fin del mundo
El más viejo del mundo será probablemente
también el último oficio en desaparecer: escritores,
pintores, etc, habrán desaparecido hace rato
para ese momento: nuevos oficios habrán surgido
en el medio para desaparecer ellos también,
sin chance, tarde o temprano, y algunos antiguos
tendrán de yapa antes de extinguirse tal vez
un ultimo auge; carpinteros y albañiles,
plomeros, electricistas y otras yerbas de la construcción
durarán mucho más que la mayoría sin duda,
para apuntalar las viejas ciudades en decadencia
o para fundar nuevas lejos del cambalache;
pero a la larga se habrán vuelto obsoletos
también ellos: la construcción: obsoleta,
los porteros obviamente obsoletos
arrastrados en esa misma vorágine
y junto con ellos los soderos y jardineros,
los ascensoristas y empleadas domésticas,
al igual que biólogos y botánicos empeñados
en bautizar y catalogar las nuevas especies;
sobre el yuyo que en seguida reemplaza
el asfalto o crece en los escombros las putas
seguirán hasta el final ejerciendo el suyo,
y se me cuentan con los dedos de la mano
los otros oficios que todavía valdrán algo:
cada día desaparecerá uno distinto
como en una rápida cuenta regresiva;
puesto que el futuro viaja desde el centro hacia afuera
todavía seguirán pululando un tiempo en los suburbios,
sin descendencia, sus últimos representantes,
igual que la luz de las estrellas muertas hace rato,
convencido cada uno de ellos, sin embargo,
que los herederos de sus herederos han de estar,
junto a las cucarachas, el último día
repitiendo de memoria el decálogo del oficio.
20100930
ESCRITOS A LA LUZ DE LAS COSAS QUE NO SE VEN, Nicolás Alberte
aquí siempre se nubla, siempre
como si fuera a llover ,el cielo
se pone de un gris muy negro y entonces
no nos movemos de adentro,lo oscuro
pervierte la habitación delineando
lo que se dice sin pensar
un mortuorio rito de desenterrar lo nuestro
en el camino del medio entre la cama
y el cementerio. aparecen
las cosas que nos dan a luz y no se ven
todos los objetos que no se dicen así
pero son, están ahí cuando se nubla
siempre estarán
me refiero a esto
20100926
EXTRANJERAS, Florencia Fragasso
Varicela
Mis sobrinas están con
Varicela
quejosas, insaciables: una
toda brotada, otra
con puntos esporádicos
apenas
me toco
los dos agujeritos
huellas de mi propia varicela
en la frente
la yema del dedo las camina
de memoria
¿les quedarán marcas a ellas?
mi tacto las reconoce como rasgos
distintivos, como esa gota sellada en el parquet
a pocos centímetros del zócalo
aureolas ligeramente hundidas
templos mínimos
"no te rasques" aún se escucha
se ve que no hice caso
mis sobrinas, allá lejos,
¿harán caso?
¿cómo se dirá
varicela o
paperas
en su lengua?
mi hermana y yo tuvimos
Varicela durante Malvinas
mirábamos
la elección de Miss Universo
desde la cama
en una tele blanco y negro
prestada
20100924
HACER SAPITO, Verónica Viola Fisher
En otro idioma mi primer apellido es un color
pero en mi país se utiliza como verbo
Cuando me pusieron mi primer apellido
cuando me lo pusieron
con fuerza era yo muy chiquitita y no podía
hablar
para explicarles que se olvidaban, para mí
la última sílaba
que haría ese apellido definitivamente mío
perteneciente a mí
La sílaba agregada en otro en idioma
no es un color, significa que el sujeto u objeto
es de ese color pero en mi país
se utiliza con otro contenido Es diferente
mi primer apellido a mí
porque carece de un final apropiado
de una terminación correcta
En otro idioma mi primer apellido quiere
decir violeta Estoy incompleta
Me falta la sílaba "da", al último
doy por sentado que se entiende
aunque estuviera completa en mi apellido
no sería yo entera, algo me han quitado
Cuando nací
y hasta cuando fui concebida, en mi país
en mi lengua
20100922
IMPRESOS EN ROJO, Karina Macció
Se acerca la tormenta
Se acerca la tormenta
viene el viento que golpea la persiana
a caballo
despotro
golpea el vidrio mi cara
azote
desaparecer es lo de menos si puedo
explotar
mi cuerpo
destallar
la lluvia
pero cuando hable
se rompe
Se romperá el hechizo te dijeron
el terrón entre las manos
la tortuga crakeada
Latormentada
la espalda achatada -undida para adentro
la meseta que es poso
thriller
¿Qué esposo me salvará esta tarde del fin, cielorroto, endemoniado?
una pelota
una piedra entre las gotas
no escucho
me vendo
el viento
el perro ladrador
las orejas de lluvia
vendada
me oscuro
fusilo el día
tapio la ventana
océano
vendaval
manada al fin
sirenas
(vienen a buscarme)
20100916
LA CASA DE LA ABEJA, Laura Lobov
pienso cómo entra
no mi casa que es chica, la torre,
el parque, la pileta, tu habitación. todos
en este punto luminoso que un dedo tapa
y la distancia, el trayecto que recorre el dedo
de un planeta al otro.
hace calor y prendemos
estrellitas y bengalas en la calle.
cuando tu mamá era chica
no existía la tele en colores ni tampoco
el pilarcito. y ahora que todo estalla
bombas, planetas, naves qué pasaría
si mi casa empieza a arder y
la otra y la otra y la otra y así
se enciende este punto.
20100914
LA CONSTRUCCIÓN, Natalia Fortuny
20100912
LA MONEDA DE PLATA, Alojz Ihan
Comedero de pájaros
En invierno pones en el jardín un comedero
de pájaros y observas que lo atiborran sólo
los grandes y los fuertes, que a los más débiles
no los dejan ni acercarse. Así que pones
en el comedero más alimento, para que haya bastante
para todos, pero los pájaros chicos siguen
hambreando, caen en la nieve y mueren.
Luego haces más comederos, pero los grandes
pájaros se reparten uno para cada uno y
ahuyentan a los pájaros chicos. Eso te enfurece
y cada vez que ves un pájaro grande, intentas
ahuyentarlo, pero primero salen volando los pájaros chicos
asustados, y luego toma más tiempo
que se atrevan a volver. Al final
harto de todo, tomas una escopeta y
empiezas a dispararles a los pájaros grandes. Pronto
no hay más, pero los intermedios se vuelven malignos;
los comederos van quedando vacíos, los pájaros
los evitan, te parece
que no hay vuelta atrás. Un buen día
recuerdas que al fin y al cabo sólo
querías alimentar a los pájaros.
20100908
LA LENGUA DE LAS HUMAREDAS, Pierre-Albert Jourdan
La lengua de las humaredas
Calendario de un mes de verano. De ahora en adelante las hojas sueltas circulan libremente, se estremecen en los faldones de la capa de noche doblada sobre el sueño. Durante el día también se reflejan algunas manchas en las ventanas bien abiertas sobre el hilo tenso entre las horas opacas.
Calendario de un mes. Virtud de un suelo olvidado, de una tierra ajándose de vida.
Reveo con rabia, con alegría secreta, este camino que se hunde, retoma la pendiente ruda, emerge.
Suavidades multiplicadas.
Zorro, pradera musgosa, pueblo escondido bajo la roca, temblores de tierras hasta la vigía. Aún más allá...
Calendario infinito. Las pocas palabras recogidas ya tiritan bajo la mano del viento; el lenguaje marginal.
Calendario de la Mirada, así se abre el mundo respetado.
¡Arma blanca! ¡La entalladura minúscula en el bosque!
Un poco de savia, la aguja fina de la mano inocente que remienda los trapos del tiempo para adentrarse con bravura en el frío.
La Langue des fumées
Calendrier d’un mois d’été. Les feuillets détachés désormais circulent librement, frémissent dans les pans du manteau de nuit redoublé sur le sommeil. Le jour aussi quelques taches miroitent aux fenêtres béantes sur le fil tendu entre les heures opaques.
Calendrier d’un mois. Vertu d’un sol oublié, d’une terre craquante de vie.
Je revois avec rage, avec joie secrète, ce chemin qui s’enfonce, remonte la pente rude, émerge.
Douceurs multipliées.
Renard, verger moussu, village dérobé sous le roc, tremblements de terres, jusqu’à la vigie. Au-delà encore…
Calendrier infini. Les quelques mots rassemblés frissonnent déjà sous la main du vent; le langage d’à côté.
Calendrier du Regard, ainsi s’ouvre le monde respecté.
Arme blanche ! L’entaille minuscule dans la forêt ! Un peu de sève, l’aiguille fine à la main innocente qui ravaude les hardes du temps pour s’avancer bravement vers le froid.
LA TIERRA DESOLADA, Alojzij Gradnik
Sol de otoño
Sol, sol, ¿por qué arden tan potentes
tus cintas doradas en los días silenciosos?
Los campos cansados, los bosques están cansados,
ya no sienten las manos amantes.
Pero el que ahora los ama y los abraza,
les saca la última fuerza y la última sangre,
para que una muerte prematura los alcance.
Sol, sol dorado en lo alto del cielo
sigue brillando, brilla, no le importa nada,
como fuego de un poderoso incendio
cada vez más fuerte en el campo flamea.
Como un hombre, que loco, sin consideración
a la mujer, que agoniza pálida en sus manos,
aún con más fuerza se le prende a la boca.
20100904
LA TIERRA EN EL AIRE, Osvaldo Aguirre
20100903
LA TIRANA/LOS SEA HARRIER, Diego Maquieira
La Tirana I
(me sacaron por la cara)
Yo, La Tirana, rica y famosa
la Greta Garbo del cine chileno
pero muy culta y calentona, que comienzo
a decaer, que se me va la cabeza
cada vez que me pongo a hablar
y hacer recuerdos de mis polvos con Velázquez.
Ya no lo hago tan bien como lo hacía antes.
Antes, toda la noche y a todo trapo.
Ahora no.
Ahora suelo a veces entrar a una Iglesia
cuando no hay nadie
porque me gusta la luz que dan ciertas velas
la luz que le dan a mis pechugas
cuando estoy rezando.
Y es verdad, mi vida es terrible.
Mi vida es una inmoralidad.
Y si bien vengo de una familia muy conocida.
Y si es cierto que me sacaron por la cara
y que los que están afuera me destrozarán
aún soy la vieja que se los tiró a todos.
Aún soy de una ordinariez feroz.
20100902
LAS ATRACCIONES, Florencia Minici
A tres milímetros de tus ojos
lo veo: es el Dardo del Amor,
y en esta maceta, quisiera esconderme;
sin embargo doy vueltas, una y otra vez
hasta el lugar de donde partí,
en donde me encuentro ahora
frente a frente con tu protuberancia calcárea.
Entonces, nada queda por hacer;
salvo convertirnos en dos amantes
para que después
yo esconda la cabeza en la tierra
y expulse huevitos blancos.
Pero debo admitirlo:
tengo miedo por el futuro de los chicos.
Quizás no pueda
darles la humedad suficiente, ni taparlos pacientemente
con tierra; y así
no sobrevivirían al cuarto día.
Me imagino los órganos internos, transparentados
por estructuras nacaradas.
El mayor se llamará Theo,
el del medio Jacobo,
la menor, Teresa.
Para los demás, que serían
unos setenta y tres aproximadamente,
no tengo todavía un nombre,
y quizás nunca lo tenga.
Nunca les escriba cartas
ni pueda revelarles amor, y tu Dardo
será un misterio para ellos.
Estoy delirando, ya sé.
Después de todo soy una chica superficial,
perdida en mundos posibles.
Creo que podés perdonarme, y eso es todo. Mañana
te espero, nos encontramos.
20100830
POESÍA ESLOVENA CONTEMPORÁNEA, Antología
Un poema de Dane Zajc
Todas las aves
Mataremos a todas las aves.
A todas. A todas, dijeron los cuervos del anochecer.
Y en el silencio de la noche oí
cómo alguien en el jardín estaba matando a mis aves.
Y supe
que ahora mis mañanas
estarían sin canción
y sentí
cómo la tristeza se apoderaba de mi alma.
A todas. A todas las aves, dijeron.
Y sentí
cómo batían alrededor de mí
sus alas oscuras
y cómo detrás de ellas me observaban
los ojos amarillos de los cuervos.
¿Qué buscas cuervo?, pregunté.
Bajo la corteza de mi cráneo
no escondo ningún ave.
A todas. A todas las aves.
Las mataremos a todas, dijo.
Y temí que una noche
me partiera el cráneo
a través de oscuros sueños
y que fuera a buscar con su pico demencial
si en el nido de mis pensamientos
no se esconden las aves cantoras.
A todas. A todas las aves, desollaría.
Ahora siento por todas partes en mi nuca
los ojos amarillos del cuervo.
Mi alma está atravesada.
Mi alma es un ave muerta.
A todas. Las mataremos a todas.
A todas las aves gritan los cuervos
bajo el cielo oscuro.
20100829
LAS BELLEZAS DEL LOBO, Julia Sarachu
Madre e hijo
Estuve con el misterio
en el misterio.
La tierra parecía
desgranada
cargaba una bolsa de trigo
y llevaba
a mi hijo de la mano
él preguntaba:
¿dónde están los pájaros?
En el aire.
¿Dónde están los árboles?
En la raíz
palpitando.
¿Dónde está el agua?
En el corazón de la piedra.
Soñando.
¿Y mi padre?
Detrás de una puerta cerrada
o en el semen
quemado en las hogueras
que se expanden.
Descendimos por la ladera hasta la base del cerro
y en el momento de cruzar hacia el molino
pasó por el camino tambaleándose un carro
con cuerpos apilados como bolsas de papa
la cabeza hacia uno
y otro lado.
El conductor castigaba a los caballos para que avanzaran.
Tapé los ojos de mi hijo.
Saque de mi corazón
una coartada:
le hice ver
que estábamos
en una esfera cerrada.
20100825
LAS COSAS A DESCANSAR, Laura Lobov
El perro aparece
I
El perro aparece
blanco
suave, la panza ardiente.
Todo es lacio, pelos
y ojos que orientan
la mansa tormenta entre
los árboles y el cuarto.
De las mantas el olor
se escapa, el frío.
Con las manos
lo guardo para que dure
hasta otra mañana.
Mamá le habla -no
del dolor en la tele sino
de las dudas. Probé
como con esas láminas
en las que ellos ven figuras
y yo puntos que no
terminan de unirse.
Sube la luz por la pared
vacía; retraso
el impulso de esquivar
el cuerpo húmedo, la voz
que llama en la puerta.
II
Hay que ponerle su capa
de invierno, otra piel
distinta y roja que prepara
nuevas respiraciones.
La abuela
la espera para cenar.
Pero con este día mejor
deslizarse en la cama, la mirada
de grandes osos cubiertos
por la escarcha. Asomamos
la cabeza tímida buscando el aire.
No es época de fiestas ésta
en la que siempre la lluvia
nos persigue.
III
Y en el fondo de la casa, un hueco
que no conocíamos, las cosas
flotan lentas en el agua. Vigilo
la evaporación de las pisadas, las marcas
del perro que se mece.
20100822
LAS ODAS INACABADAS, Ales Debeljiak
Revelación de la leche
No es muy cómodo apoyarse en el borde de la fuente.
Pero la paz que exige el niño que llora tiene que
encontrarse en todas partes. Esta es la ley primera. Incluso ahora.
Por ello: el niño se adormece en los pechos de su madre, de vez en
cuando mama un poco al hundirse tranquilo en sus sueños.
En el vacío de entre las casas de la plaza vuelve a
aparecer el mar. El meñique de la madre se desliza, suave,
hasta el rincón de la boca para interrumpir la filtración de leche.
Una fortaleza en Istria murmura, de la piedra un tronco revive,
más fuerte que el anhelo a ella con sus raíces agarrado.
Se mueve la lengua. Probar quisiera, dice la suspirante voz,
empapada de deseo que no quiere aceptar el monopolio
sobre la cosa, y débil tiembla, como si no perteneciese
al padre del niño. Se acerca y se pone de
rodillas con naturalidad y perplejo mira la sabiduría
de los senos y los pezones que apagados brillan,
tensos como aceitunas antes de ser exprimidas. Rodeados
de poco vello como una luz apenas perceptible que por un momento
se divisa al final y al principio del túnel al que te vas a dirigir solo.
Cálido, inasequible hasta el instante anterior al último suspiro
y tan aireado que te rindes fácilmente y desaparecen
todos los caminos que has dejado en tus amigos y en los libros.
Cada gota reconoces tuya cuando la mujer encima de ti
levanta el fruto hinchado, te lo acerca a la boca y detiene el tiempo.
20100821
LIBRO CHINO, María Cecilia Perna
Pero volvamos los ojos al Dragón
panza de fuego
amarillo
rojo fuerte
en los pequeños pies
de la doncella.
*
Y tratemos aún de imaginar
el sable del guerrero
que no mata,
sabiamente
nada más mide sus fuerzas
respecto del Guardián.
*
Porque si ella se dignara
a reconocer sin miedo
la protección caliente
y dulce
del Guardián de aquella puerta
tomaría todo el fuego
sagrado de su boca
adentro
en el centro de su cuerpo
lo retendría apenas
con la punta de la lengua
pegada al paladar.
20100819
METULJI/MARIPOSAS, Brane Mozetic
Metulji
los pontones sustituyeron a los puentes, en los parques
hay tumbas, los niños hacen flautas
de hueso y las tocan cuando anochece
qué canto más triste el de los barcos desaparecidos.
***
con el fresco dejo las mariposas entrar en la habitación
sedas finas de colores, viento ligero de sus alas
que me mira con terror y se desprende
trayendo estos seres que lo devastan todo.
***
cuando vuelvo la hoja, la página está vacía
sin palabra, imagen, sonido, sin recuerdo
querría volver a la anterior, pero es imposible
querría saltarla, pero no hay nada detrás.
20100816
MINGUS O MUERTE, Rodolfo Edwards
Dios Alikal
oh Alikal
dios de sal
antimuerte
vacuna diaria de los descarriados
como una madre antigua
su infinita prole
cuentas las botellas vacías
los caídos los imbéciles de siempre
buscas en los rencores
en los senos de Pupé
en la bisectriz rancia que pare la luna
en sus lentas retiradas
soy un cachorro político
por treinta dineros
vendí mi corazón
falange de ángeles
en el infierno hepático/biliar/apátrida
hay una cosa llamada gracia
y tú la tienes oh redentor
resucitador perdona vidas
llenas mi galera de símbolos
y acometo la hermenéutica
con un puñal de utilería
un informe psiquiátrico
y un dado de plastilina
oh todo poderoso Alikal
dios en polvo y marimba
aplaca esta maldita ansiedad
que el sueño empaña
alarde osadía conjetura
de los santos demonios
modos de vivir
modus operandi
en la noche cruel y estúpida y genial
todo mezcladito en ese guiso
en el río revuelto sin ganancia
seremos un tibio recuerdo
en la filigrana del mantel
donde se posa una mosca
curiosa y asesina
almas vibrantes
en la retórica del vasito
dios Alikal
intercede
entre nuestro borracho corazón
y la querida Providencia
cuando el cielo está derrumbándose
danos paz y sosiego
en el bajón en la resaca
en las arenas del tobogán
amen
20100814
MUJER AJENJO, Svetlana Makarovic
La aguja
Camina camina la aguja silenciosa
ligera, con pasos minúsculos de acá para allá,
cose con apenas visible hilo
uno con el otro.
Que siga cosiendo, que siga cosiendo
a mí con vos, a vos con él,
cuanto más densa es la costura,
menos palabras pronuncio.
Pincha, tira, tensa
delgado, filoso, hilo ardiente,
cuando te das cuenta, ya es demasiado tarde,
con mil puntadas estás cosido.
Garganta con garganta, la tuya con la mía,
cada vez más denso, cada vez más fuerza,
la piel se injerta en otra piel,
cada vez más apretado, cada vez más cálido.
Junta las mejillas, las espaldas,
los pechos, los miembros sudados,
ya siento tu aliento de odio,
ya no podés apartarte de mí.
Qué es mío, qué es tuyo,
apuntás con la piedra entre mis ojos –
la aguja se apura, pincha la palma,
que se afloja y la deja caer.
Lo que fue anudado,
no se puede desatar
y lo que fue arrugado,
nunca más se alisa.
A uno se le corta el aliento
y presiente y reconoce.
El camino se revela solo.
Es un camino para uno solo.
Se estremece con fuerza, se lanza,
arranca la piel de los huesos,
se levanta entre los harapos del cuerpo
y se pierde en la oscuridad.
Allá en lo desconocido. Allá en lo alto.
Fue y es y será.
Allá en lo infinito. Allá único.
Esa estrella sobre la montaña.
20100812
MUÑEQUITAS RUSAS, Julia Sarachu
1. La llegada.
El barco había partido a las 20 hs del día 26 de julio del 2005 de Barcelona. Todos los pasajeros eran muy jóvenes, y viajaban en grupos, o al menos se agrupaban, conversaban porque con sólo mirarse se reconocían en una experiencia común: trabajar en la temporada de Ibiza. Llevaban ropas cómodas estilo hippie, bolsas de dormir, mate y hasta almohadas; ésa era la forma más barata de llegar hasta la isla, por 35 euros nos llevaba hacinados, pesado y lento a través de la noche sin luna del Mediterráneo. Yo no iba bien preparada. Casi por casualidad me encontraba en esa situación, y desconocía por completo los códigos. Mis jeans eran demasiado duros para soportar 13 horas de viaje contorsionada en una butaca inflexible. La campera no abrigaba lo suficiente. Adentro, el aire acondicionado sin control cortaba la circulación de la sangre de las extremidades; afuera, el viento frío del mar cuarteaba la piel. No pude dormir ni descansar. Cuando llegamos a las 9, la detención del movimiento, la suspensión del viento y el calor tibio del sol me reconfortaron un poco. Sin embargo caminaba como un zombi arrastrando la valija medio sin rumbo hipnotizada en el tumulto, seguí a la multitud...
20100808
PANIAGUA, Martín Rodriguez
El agua corriente con la electricidad desnuda
El agua corriente con la electricidad desnuda, sin cables.
La anguila transparente en el balde, con tu camisa.
Tu camisa tiembla colgada. Blanca, en Asunción,
colgada para el sol,
como si la inundara el tono sombrío de agua del arroyo,
un barro de oro fuerte y gastado. La camisa bandera blanca
en la paz muda de la tarde, flamea sola. Una bandera
de los hombres ausentes. Ciudad con polvo de desierto en la garganta, puras
mujeres
solas
rudas
malas.
El niño aprende la succión en una bombilla
dorada. Con su gato negro al lado.
Mirando la camisa en la terraza.
20100805
PEQUEÑAS URNAS, Francisco Garamona
20100801
POEMAS DE SUPERFICIE, Guillermo Neo
La casa del girasol
Los girasoles crecen frente a la casa.
Pegado al alero,
floreció el girasol más grande de todos:
tendrá metro y medio de alto
y su flor es del tamaño de un plato playo amarillo.
Ahora, mi casa no es una casa cualquiera
Ahora, mi casa es la casa del girasol.
Mi vecina O. dice que germinaron
De las semillas que les da de comer a los loros.
y ¿quién sabe? Tal vez sea así.
Hoy no se ve el sol
los girasoles se desploman hacia delante
como haciendo una reverencia a un dios ausente.
20100730
PREINSECTARIO, Lucía Bianco
Prendedores de libélulas
Antes vivían en pechos
prendedores de mosca
prendedores de avispa
que se pegaban vivas a cadena, alfiler, a un pinche
al cielo de los pechos
que antes decía que vivían.
Llegaban racimos de aguaciles
con su cristalería en helicóptero.
Incrédulos
mucha más sed con su sombra de agua
incrédulas
siguen la tormenta a morderse la cola
y lo que tienen de alas
paraliza en el viento.
Según el diccionario
también dice de ellas
caballitos del diablo.