20101017

EL GRAN FURCIO, Miguel Angel Petrecca



De a poco están desarmando
mi auto, una cantera
de repuestos para los autos
destartalados del lugar, como cuervos
sobre una carcaza, queda
cada vez más la carrocería
hueca, el esqueleto. Ahora
hago pan y queso sobre el riel
con el tren que se acerca.
La carrocería celeste incendiada
por el sol se llena de hormigas
que encuentran miguitas de alfajor
entre los asientos. Cada tanto
un chico se sienta al volante
e imita el ruido del motor. Mi auto
abandonado en la banquina se convierte
en un mojón, una referencia
para los baquianos que orientan
a los viajeros: “pasando
un taunus celeste, doscientos
metros, doblá”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario


contacto: info@gogymagog.com